Tuesday, January 17, 2012

Cuando no llegas...

Cuando no llegas, tampoco llega la escritura. O no es que tú no llegues, es que simplemente escribir no llega. A veces sólo escribo para no olvidar cómo es que se hace, independientemente de que llegues o de que no llegues. No quiero olvidar cómo es que una palabra le sigue a la otra originando sentido, aunque a veces ese sentido no sea sino hacía adelante como queriendo llegar a algún lugar, aunque sin el propósito de hacerlo. No pretendo llegar a ningún lugar cuando escribo, no veo a las palabras como piedras sobre un río que me ayuden a cruzar el silencio. No intento cruzar el silencio, no hay palabras sin silencio y hay veces en las que aún habiendo palabras no hay nada tan persistente como el silencio. El silencio no lo genera la ausencia de palabras, acaso la ausencia de una respuesta. Quizá ni entonces. No importa que no llegues tú ni tu respuesta, la escritura siempre sí llega y se rodea de silencio pero sólo de ése silencio que existe entre las palabras, ése que es apenas un leve suspiro exhalado, ése que es sólo fracción de segundo, que es pausa, que es angosto abismo, que es a veces casi imperceptible espacio en blanco. Lo blanco entre las palabras es mi silencio, silencio necesario, por otra parte, porque sin silenciomeconviertoenruidomeconviertoilegiglemeconviertoenrenglónseguidoinintelegible. No quiero ser renglón seguido, ilegible e intelegible. Quiero silencio entonces, quiero espacios en blanco, espacios vacios, lo que no quiero es dejar de escribir, ya lo dije, no quiero olvidar cómo es que se hace, no quiero olvidar el uso de las palabras ni el uso del silencio. No quiero que llegues y que no haya escritura.

Friday, January 6, 2012

¿Por qué un corazón de pochote?

Así la pregunta: ¿por qué uno de pochote, recubierto de espinas y no uno blandito, tierno y suave? Primero no hay que dejarse engañar, que al corazón lo recubran espinas no quiere decir que no sea blando o tierno o suave, sólo implica que una capa inesperada de espinas se interpone entre nosotros y el corazón. Mi corazón sigue siendo suave, blando y tierno, sobre todo tierno, pero no es fácil llegar a esas texturas, antes hay que pasar por las espinas, antes por los dolores, que finalmente todas esas espinas se han ido acumulando a través de dolores. ¿Venganza? No, no es venganza, no es buscar hacer daño para que se pague el daño que se ha sufrido. No intententan las espinas ni siquiera dañar, acaso su función es proteger esa ternura, blandura y suavidad, que se traducen en vulnerabilidad, que deviene fragilidad. Mi corazón que es mi más frágil yo, han de saber, necesita de protección. Cierto es que mi corazón no ha sido herido de la forma en que muchos otros corazones han sido heridos o lacerados como para que yo lo ande protegiendo, aún así, soy mujer precabida. Y es que otra cosa es cierta ¿quién intenta acercarse a un corazón desde afuera? Sólo un necio. Un corazón sólo se lo puede conquistar desde adentro. Mi corazón es sólo para alguien que sepa este pequeño y casi insignificante hecho. La coraza sirve sólo para asustar a los ignorantes, a los majaderos, a esos hombres tan faltos de coraje. Pero no crean que he compartido el secreto de mi corazón. Que yo les diga que mi corazón se conquista desde adentro, desde su mero centro no es haberles revelado nada, ni de mi corazón, ni del de nadie, es una simple obviedad.
Así mi corazón de pochote, con espinas que protegen pero sólo de aquellos que no son merecedores sino de heridas.